El cáncer de próstata es el segundo tumor más frecuente entre los hombres y la tercera causa de muerte en los varones de edad superior a 55 años, después del cáncer de pulmón y de intestino grueso. La enfermedad es rara antes de los 50 años y su incidencia aumenta a medida que avanza la edad.
En términos de tasa de mortalidad, con relación a la edad, en Suecia se producen 22 muertes por cada 100.000 varones y en Japón 2. No obstante, los japoneses que emigran a EE.UU. desarrollan cáncer de próstata con una frecuencia similar los demás varones del país. Esto sugiere que puede existir algún factor ambiental que constituya la causa de las diferencias observadas entre las poblaciones.
Un problema añadido a la ya propia gravedad de la enfermedad es el elevado tanto por ciento de enfermos —80%—que en el momento del diagnóstico tienen ya metástasis —el cáncer ya se ha extendido—, con frecuencia en los huesos. Lamentablemente, en esta situación los éxitos del tratamiento son prácticamente nulos, de ahí el interés de la detección precoz del cáncer, sobre todo cuando aún está limitado al órgano que lo origina.
Detección precoz del cáncer de próstata
Los urólogos españoles desaconsejan los análisis sistemáticos y rutinarios de detección de cáncer de próstata en los hombres mayores de 50 años que no presentan síntomas de padecer esta enfermedad. Por el contrario, recomiendan este tipo de pruebas asociadas a otras, como chequeos o análisis de sangre.
Los análisis sistemáticos de detección del cáncer de próstata se han con vertido en habituales en Japón y ciertas áreas de Estados Unidos. Sin embargo, médicos españoles lo desaconsejan tanto por las contraindicaciones que tienen algunas pruebas para los pacientes sanos como por el elevado coste económico del “screening” sistemático.
En cualquier caso, a partir de la edad citada todos los varones deben pasar periódicamente un examen prostático —por la vía del tacto rectal o del análisis de sangre— ya que, cuando aparecen los primeros síntomas de la enfermedad, “empieza a ser algo tarde”.
El antígeno prostático especifico es un útil medio de diagnóstico precoz
El denominado antígeno prostático específico es el más útil de los marcadores tumorales disponibles en la actualidad para el diagnóstico y el control evolutivo del cáncer de próstata, según estudios del Johns Hopkins Hospital de Baltimore.
El antígeno prostático específico es una glicoproteína, identificada primero en el líquido seminal que procede específicamente de la glándula prostática. Normalmente, tiene su origen en las células epiteliales de la próstata y sólo se vierte una pequeña cantidad al torrente circulatorio.
Para que se produzcan concentraciones considerables y pueda, entonces, medirse en la sangre por una técnica especial de laboratorio, la próstata debe sufrir una desestructuración de su arquitectura celular.
Esta circunstancia acontece en diversas enfermedades de distinta índole: prostatitis —o inflamación-. hiperplasia benigna prostática —o crecimiento exagerado—y en el cáncer de próstata. En general, los valores más elevados del antígeno se obtienen en los pacientes que tienen esta última afección.
Los tratamientos son prácticamente nulos una vez el cáncer está avanzando, de ahí el interés de la detección precoz del cáncer, sobre todo cuando aún está limitado al órgano que lo origina. La prevención pasa, qué duda cabe, por los controles periódicos de los hombres mayores de 55 años, con la práctica de un tacto rectal y el análisis del antígeno prostático especifico.