Siempre que hemos visitado el ameno y apacible lugar de Guijo de Granadilla (Cáceres) para sumergirnos en el ambiente del inspirado José María Gabriel y Galán, nos hemos detenido a contemplar el despoblado de las Ventas de Caparra, la ciudad romana que cita Plinio como estipendiaria de la Lusitania y como mansión en el itinerario de Antonio en la Vía de la Plata.
Entre ruinas venerables, unas ostensibles y otras semienterradas, destaca el arco conmemorativo, único monumento casi íntegro y el de superior importancia de Caparra, en el término de Oliva de Plasencia y cerca del río Ambrós.
El arco de Cáparra
Según el arqueólogo Juan Ramón Mélida, este monumento conmemorativo en Cáparra es propiamente un templete con arco de 8’59 metros de longitud y 7’35 de latitud. La luz o diámetros de los arcos es, en los frentes, de 3’95 y de 3’89 metros en los costados.
La altura total apreciable es de unos nueve metros. La construcción es de sillería granítica: Los arcos, de medio punto y su dovelaje con moldura marcando el estradós. Arrancan estos arcos de pilastras áticas que descansan sobre zócalo moldurado que manifiestan capiteles caprichosos, decorados con guirnaldas y finas hojas.
Sobre el mismo zócalo, en dichos frentes, junto a los ángulos, hay en cada uno de estos una columna de fuste liso y de los cuales no se conserva por desgracia capitel alguno. El interior del templete, como resultante de los cuatro arcos, está cubierto con bóveda por arista. Sobre ella solamente conserva un gran macizo de hormigón.
Debido al deterioro del arco romano de Cáparra, se desconoce si este terminó en ático o en una pirámide, como indicó el famoso literato y arqueólogo Agustín Ceán Bermúdez. Tampoco se conoce si estuvo coronado por alguna estatua.
En uno de los pedestales, en el de la derecha, difícilmente se lee en dos piedras carcomidas una inscripción que arroja luz sobre el arco de Caparra: [blockquote align=”none” author=””]M. Fidivs Mace, erigió este monumento según cláusula testamentamentaria de su padre Fidivs Macrio y Bolsea, hija de Felio.[/blockquote]
No se conservan más inscripciones en el arco.
Este monumento con cuádruple arco de piedra, que levantaron los romanos en el siglo I de la Era Cristiana, es raro y único en su género. Hay que hacer patente que el arco de Cáparra es un tesoro inapreciable de la provincia de Cáceres por cuya conservación clama toda la provincia cacereña, dado que la bóveda (que se sostiene aún por la buena técnica con que fue construido), estuvo a punto de caerse durante un tiempo. Hoy está fuertemente conservada.
La conservación de un monumento, que resistió la irrupción de los bárbaros del Norte, la invasión de los africanos de Mauritania y las mil destrucciones con que los elementos y los hombres han injuriado a nuestra patria durante veinte siglos es de esencial importancia.
Cáparra, una ciudad llena de actividad
Actualmente y desde hace años, en la ciudad romana de Caparra se efectúan interesantes trabajos de investigación arqueológica. Han sido descubiertos un muro que debió corresponder a un edificio notable, trozos de tégulas, monedas de tiempos de Augusto o Tiberio, una abrazadera de gozne y otros interesantes vestigios durante años.
La ciudad de Cáparra acoge también cada año obras de teatro en el marco del Festival de Teatro Clásico de Mérida. El pasado agosto, Cáparra fue el escenario de cuatro obras que dejaron al público asistente con ganas de volver a la ciudad romana perdida de Cáceres.
Cáparra es además el punto más emblemático de la Vía de la Plata, destacando el Arco de Cáparra. Es el único monumento que queda visible de la ciudad romana, que anteriormente estuvo habitada por la tribu celta de los Vetones. Los romanos estuvieron en este lugar hasta el siglo III de nuestra era; un miliario con el número CX, de la época de Nerón, se encuentra junto al arco de Cáparra.
A poca distancia y sobre el río Ambroz, se halla el puente romano reconstruido, por donde discurría la antigua calzada. En esta zona además se puede visitar la población de Hervás, con su bien conservado barrio judío, además de las iglesias de Santa María, de estilo renacentista, y San Juan, de estilo barroco.