Sería raro que esto lo lea alguien que no conozca, intuya o al menos use frecuentemente la expresión fibra óptica, incluso sin entender su acepción técnica. Lo mismo ocurría hace tan solo unos años cuando alguien hablaba de “banda ancha”.
En cuanto a esta última, era un error corriente identificarla exclusivamente con la tecnología ADSL, cuyo mérito consiste en haber estirado la vida del cobre que une los hogares con la central de telefonía más próxima, y que permite dar servicios de internet con una infraestructura envejecida. Todavía hay pueblos en España donde tan solo tienen ADSL.
Pero ADSL no puede estirarse mucho más, y mientras las redes van cayendo en la obsolescencia, crece exponencialmente la demanda de aplicaciones intensivas (vídeos online, intercambio de archivos, juegos en línea…). De seguir así, la calidad de servicio se degradaría, pero para eso surgió la nueva tecnología conocida hoy como fibra óptica, y por consiguiente una gran variedad de ofertas en fibra óptica.
Para las telecos europeas, cualquiera que sea su estatus y tamaño, la migración hacia infraestructuras de nueva generación ha sido desde hace unos años una necesidad inexorable. Y esas nuevas redes tienen como denominador común la fibra óptica. Hasta hace unos años, el 80% de la fibra óptica instalada en el mundo en la modalidad FTTH (fibra hasta el hogar) estaba en Asia, principalmente en Japón y Corea, con ratios de más del 40% de penetración. Sin embargo, hoy podemos también hablar de que, en Europa, el número de hogares dotados con accesos directos de fibra está rozando ese mismo porcentaje.
De hecho, España encabeza la lista en Europa. En total, España tiene un 2% más de instalaciones conectadas con fibra óptica que el conjunto de Francia, Italia, Reino Unido y Alemania. Estos datos provienen de Analysys Mason, una compañía global de consultoría e investigación con sede central en Londres.
Pero una cosa es la extendida percepción de la necesidad de contar con redes de nueva generación, que nadie discute, y otra es que exista acuerdo sobre el modelo de negocio que pueda sostener las inversiones. No obstante, las distintas telecos europeas ha apostado por esta infraestructura que hoy les están dando beneficios.
Por esta razón, el despegue de la fibra en Europa es reciente, aunque cada vez con más fuerza. En el 2007, cuando el horizonte regulatorio pareció despejarse, se anunciaron numerosos proyectos de FTTH, sobre los que pronto se proyectó la incertidumbre financiera. En los dos años siguientes, tanto en España como en Portugal el número de hogares pasados por fibra se multiplicó por cinco. Hoy el crecimiento de instalaciones de fibra óptica es un hecho más que notable.
Hoy, con la actual situación sanitaria, donde Internet se ha convertido en un elemento y pilar fundamental de muchos trabajos, la red de telecomunicaciones de España y de Europa se están poniendo a prueba. La fibra óptica está por ello jugando un papel muy importante, abasteciendo con altas velocidades de Internet las computadoras de millones de hogares. Y todo apunta que la infraestructura está soportando y aguantando el aumento notable del tráfico web.
En varias ocasiones lo ha destacado el Gobierno de España, destacando que el despliegue de fibra óptica en España es una revolución tecnológica sin precedentes, así como una de las principales ventajas competitivas de nuestro país de cara a la transformación digital de la economía.