Hay quien se tatúa para honrar una creencia o el nacimiento de un hijo. Incluso hay quien se tatúa el cuerpo entero por convicción. Lo que nunca debe ser es tatuarse por “moda”, aunque hay mucha gente que lo hace. Y es que el tatuaje es para toda la vida, todo lo contrario que la moda.
El tatuaje tiene encima muchos siglos de historia. En Estados Unidos los tatuajes eran la expresión de un rito simbólico y una única marca que permitía superar obstáculos en el camino hacia la muerte. Los tatuajes empezaron siempre como una asociación al mundo religioso y mágico.
El gran salto adelante del tatuaje tuvo lugar en Nueva York a partir 1890, gracias a que el tradicional y doloroso empleo de agujas de coser para perforar la piel fue reemplazado por una revolucionaria máquina eléctrica (la inventó Samuel F. O’Reilly) que producía poco más que un inofensivo cosquilleo. Desde entonces, el proceso, menos doloroso, era mucho más rápido y de mayor calidad artística.
De hecho, es precisamente en Estados Unidos donde está creciendo en la actualidad los tatuajes con la técnica del puntillismo (o dotwork en inglés) para representar tatuajes basados en geometrías sagradas. Este tipo de hacer un tatuaje consiste en realizar el mismo a base de puntitos (de ahí su nombre).
El puntillismo consiste así en la realización de las sombras con una trama de puntos consiguiendo crear una imagen permanente y limpia. Aunque sea un estilo que nos pueda parecer a primera vista raro o muy alejado de la realidad, es algo que está calando mucho tanto en Estados Unidos como también ya en Europa. El dotwork es empleado principalmente para la realización de tatuajes basado en geometrías sagradas.
La geometría sagrada se ocupa de representar en la piel patrones que encontramos en plena naturaleza. Por ejemplo, como patrones geométricos podemos destacar la secuencia de Fibonacci, fractales y patrones simétricos, como apuntan desde la web https://jeanmarcotattoo.com/sacred-geometry-tattoo-artist-dallas-tx/
Dónde hacerse un primer tatuaje
No hay que dejarse llevar por la cuadrilla ni escoger un tatuaje de los libros de las tiendas. Debes tener tu propio diseño. Muchos tatuadores recomiendan que el primer tatuaje debe hacerse en un lugar del cuerpo que uno no se vea habitualmente, para averiguar si realmente te gusta llevarlo, luego ya te los puedes poner el brazo. El omoplato es un buen lugar. Es la zona donde menos duele; lo peor es la columna vertebral y las costillas, aunque lo del dolor es algo personal.
Por otro lado, los tatuajes exigen cuidados, las nuevas técnicas lo aguantan todo, pero si no lo tratas bien al principio quedará feo para siempre. Y nada de copitas para envalentonarse: el alcohol retrasa la cicatrización. El dolor es como el roce de una piedra pómez, claro que una infernal sesión de ocho horas no tiene nada que ver con una de dos.