Hace más de doscientos años nació uno de los físicos más importantes de la historia: Michael Faraday. Sus trabajos más importantes los realizó en el campo de la electricidad y el magnetismo. Y entre ellos se puede destacar el de la inducción electromagnética. Nacido cerca de Londres, en una modesta familia, a los trece años empezó a trabajar en una librería, conviniéndose en aprendiz de encuadernador, lo que le dio la oportunidad de leer muchos libros.
A los veinte años, asistió a unas conferencias del químico sir Humphrv Davy, que era profesor de la Royal Institution. Sir Flumphry le contrató como ayudante. Unos años más tarde sería su colaborador y finalmente ocuparía el puesto de profesor de Química. Sus primeros descubrimientos pertenecen a este campo. Se trata de las dos leyes de Faraday de la electrólisis.
La primera dice que la cantidad de electrolito disuelto es proporcional a la intensidad de la corriente. La segunda señala que la masa liberada es directamente proporcional al peso equivalente del metal.
Faraday llamó electrólisis (rotura por electricidad) a este proceso por el que una sustancia se disocia a causa de la corriente eléctrica. Además, a propuesta del historiador de la ciencia y erudito William Whewell, utilizó los nombres de electrodo, cátodo y ánodo. El cátodo es el electrodo negativo y el ánodo el positivo. Llamó iones a las partes, cargadas eléctricamente, en que se divide la molécula.
Como el ion positivo es atraído por el cátodo, le llamó catión y al negativo, anión. Hoy, en homenaje al científico inglés, se llama Faraday a la cantidad de electricidad capaz de liberar un peso equivalente de metal. En 1821. Faraday ideó un rudimentario motor eléctrico. Consistía en un conductor, situado entre los polos de un imán de herradura.
Por la interacción entre campos eléctricos y magnéticos, el conductor giraba y creaba, por tanto energía mecánica. Sin embargo, este mecanismo era demasiado rudimentario para ser aprovechado.
Pero su descubrimiento más importante fue la inducción electromagnética, hallazgo que realizó en1931. El danés Oersted había comprobado que una corriente eléctrica producía un campo magnético. Pero Faraday deseaba obtener el efecto contrario: que un campo magnético produjera electricidad.
Varios científicos habían intentado crear corrientes eléctricas mediante imanes, pero lo hacían de forma estática. Faraday descubrió que era un campo magnético dinámico lo que podía producir electricidad en un conductor. La corriente eléctrica en una bobina creaba un campo magnético. Si esta intensidad variaba, el campo lo hacía también.
Era este campo variable lo que producía una corriente eléctrica. El experimento podía hacerse de otra forma. Al meter o sacar un imán del interior de una bobina, se observaba como aparecía en éste una corriente, mientras que con el imán y la bobina quietos no había flujo. Este descubrimiento fue importantísimo, ya que proporcionó un sistema para producir electricidad a gran escala.
Y en este punto de la producción de la corriente eléctrica, es donde entra en juego los llamados transformadores de aislamiento o transformador de seguridad. Esto es empleado para la protección de las personas contra choques eléctricos, así como fuente de energía constante para equipos sensibles. Por ejemplo, se emplea un transformador de aislamiento en equipos en el que se necesita mantener una alta disponibilidad de energía de un equipo.
Al mismo tiempo los transformadores de aislamiento son fundamentales en la protección contactos eléctricos monofásicos y el aislamiento de la carga/instalación de la red.