La información veraz y honesta es hoy más necesaria que nunca. Tanto en Europa como en América Latina, pasando por los países asiáticos como por Norteamérica, la abundancia de fake news es más que notable. Y de esto son muy conscientes tanto ciudadanos como gobernantes. De hecho, líderes políticos y cargos público en ocasiones difunden y dan como verdaderas informaciones falsas, consciente o inconscientemente.
En ocasiones, incluso medios de comunicación y diarios digitales incurren en ello, al no verificar hechos, no contrastar más fuentes, no validar datos, o al no pedir más pruebas de aquello de lo que se está informando.
Los defensores del lector tenemos el deber de advertir sobre las consecuencias de una práctica periodística muy deficiente: la de no investigar más, la de no verificar los relatos de una fuente. Los periodistas, incluso en las culturas profesionales más avanzadas, olvidan a veces que en todas partes se cuecen fábulas interesadas, casi siempre dirigidas a intoxicar la opinión pública.
Investigación y crítica no son modalidades. Deberían ser dos pilares de la prensa. Y de esta necesidad, nace en México una plataforma informativa: #DICES, con el objetivo puesto en fortalecer la sociedad, compartiendo “contenidos profundos y de calidad que aspiran a que con los ciudadanos, gobernantes y tomadores de decisiones iniciemos una conversación que mejore el rumbo de nuestra sociedad”.
Para no caer en los errores, desde esta plataforma se basan en una serie de protocolos: verificar la realidad, de manera equivalente a los que rigen en otras profesiones, como las relacionadas con las ciencias experimentales.
Por ejemplo, en algunos medios de comunicación, sobre todo del mundo anglosajón (como la BBC, entre los que me consta) no puede darse por válida una noticia si no está confirmada por lo menos en tres fuentes ciertas. Son necesarios protocolos que impongan deberes de este tipo, entre otras garantías para el público. Pero lo más importante es que además se cumplan.
El papel que juegan los lectores
Los lectores deben exigir precisamente la veracidad de la información, puesto que en esto estriba el progreso de un periodismo al servicio de las nuevas exigencias del siglo XXI. La mayor capacidad para la generación de informaciones, que han potenciado los medios digitales, plantea el reto profesional de asegurar mucho más las pruebas de veracidad sobre las noticias circulantes.
En eso va a consistir desde ahora la principal tarea del periodismo, a no ser que renuncie de manera definitiva a ser una profesión reconocida. Fiarlo todo a una sola fuente puede provocar intoxicaciones (involuntarias o intencionadas) en la opinión pública desconcertada.
A todo esto, hay que unir otra intoxicación, en sentido figurado, que además afecta a menores de edad, es la que representa la visión de imágenes de violencia física y verbal, de agresiones y de amenazas, tanto en televisión como en prensa digital y de tirada en papel.
Es importante, que plataformas como #DICE, en países de América Latina profundicen en la importancia de la veracidad de la información. Medios digitales que contrarresten las fake news que tanto daño hacen a la sociedad. Al mismo tiempo, la crítica de lo que hace la prensa es un deber tan principal como lo es recuperar la investigación periodística.