Si la función del arte es transmitir lo indecible y ésa es la clave del erotismo, el auténtico arte debe ser erótico. Así nos lo cuenta la filosofía. El erotismo es, no hay duda, un invento cultural, por lo que podemos estar de acuerdo con Óscar Tusquets cuando afirma en Contra la desnudez que apreciamos la belleza humana sólo a través de los que el arte nos ha enseñado, más allá de lo que nos puede enseñar una webcam porno.
Hoy, no obstante, la pornografía y sucedáneos también suponen una gran escuela de belleza. Las fronteras entre arte y pornografía han tratado de diluirse a menudo, discusión que ha revivido al hilo de recientes exposiciones cuyo eje era el sexo.
Lo que el museo nos propone
Londres asistió a su primera gran exposición sobre sexo en el Barbican Center hace más de 10 años: desde la antigua Grecia hasta la mirada contemporánea, como la de Jeff Koons en Made in heaven, de 1990, una serie de esculturas y fotos tratadas al óleo en las que posa junto a su entonces esposa la actriz porno Ilona Staller, Cicciolina en posturas explícitamente sexuales, recreando los tópicos de la pornografía.
¿Porno? Más bien su forma de reciclar ideas, adueñándose de la percepción de la imagen para darle nuevos valores y conceptos. Hoy basta con acudir a una cam parejas para contemplar mucho de lo que en esa primera exposición se pudo contemplar.
Se ha creído que el abrazo carnal entre arte y pornografía se produjo con el célebre El origen del mundo (1865) de Gustave Courbet, donde el pintor realista francés, uno de los más significativos autores de telas eróticas de la historia del arte, se atrevió a mostrar lo secreto y oculto, es decir, la entrepierna de la mujer.
En su tiempo fue un escándalo, pero, por mucho que sus cuadros elevaran la alegría de su clientela y amigos, hoy nadie duda de que su talento al retratar la emoción y la ternura de un encuentro sexual no se hallarían jamás en el porno, aunque mujeres en webcam tratan de captar la atención del espectador.
Si echamos la mirada a 2008, las imágenes fetichistas del fotógrafo norteamericano Elmer Batters –todas piernas de mujer– que colgaban de las paredes del IVAM de Valencia después de que su autor hubiera sido considerado toda su vida un fotógrafo de revistas eróticas, resultarían hoy de lo más normal. En aquel año, todavía resultó bastante surrealista para quienes visitaban estas imágenes.
Los jóvenes se ponen un notable alto en satisfacción de vida
No todos los vasos se ven medio vacíos. El psiquiatra Luis Rojas Marcos sostiene que la juventud tiene hoy un acceso a la afectividad y la sexualidad más saludables que en tiempos de tabúes. Y destaca el promedio de dicha que la juventud entre 15 y 29 años dice sentir: un notable alto, por encima de alemanes, italianos, griegos, ingleses, suecos, austriacos…
Sin ignorar que existe minoría de jóvenes hastiados, esclavizados por las drogas y el alcohol, el profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York está convencido de que la juventud es hoy más lista, bondadosa y sensata a la hora de relacionarse, y que acudir a una cam hombres o mujer practicando sexo es de lo más normal.
También sobre la pornografía se siente confiado y considera lógico que a partir de los 12 o 13 se busque saciar la curiosidad. No es saludable que un niño de 10 u 11 años sea expuesto a ella, porque les produce confusión. Pero antes de los 12 son ellos mismos los que suelen huir de la sexualidad.
Rojas Marcos no cree, en cualquier caso, que la pornografía les vaya a traumatizar si no incluye violencia. “El ser humano es más resistente y sabe digerir esas imágenes más de lo que parece. A quienes nos choca es a personas que crecimos en un ambiente de prohibición: reflejamos nuestros miedos”.