La alta joyería, así como las designer Jewelry ,atraviesan un auténtico boom de ventas. Y es que lo cierto es que las joyas tienen un significado, como las que se regalan al nacer, para la comunión o en los aniversarios. De ahí, su crecimiento constante a lo largo de las décadas. No pasa de moda regalar una joya de calidad y de gran valor.
La irrupción del fenómeno de la joya-moda ha servido también a algunos talleres y fabricantes para dedicarse en exclusiva a la alta joyería, combinando con diseños de alta costura, que hacen de un evento o un regalo algo realmente especial e inolvidable.
En un mundo donde todos podemos comprar los mismos productos por un precio similar en casi todos los países, el valor que ofrece una pieza singular, única y con firma de artista, aún se cotiza más. Aún más, como hay pocas personas que se quieran dedicar a este oficio de la alta joyería, las piezas que se crean son únicas, lo que lo hace todavía tener mucho más valor.
La necesidad del hombre y la mujer de proyectar una imagen continúa existiendo más allá de las nuevas tecnologías, donde las joyas aportan un valor excepcional. De hecho, podrá cambiar el modo de ornamentarse: oro, piedras, pintura, tatuajes, pero nunca la ornamentación del cuerpo como actividad. El día en que la raza humana deje de ornamentarse, habrá probablemente perdido una identidad ancestral.
Las páginas de los diarios y en multitud de sitios en internet se convierten en estos días prenavideños en una suerte de catálogo de relojes y joyas tan espectaculares como inaccesibles para una gran mayoría. Pendientes, anillos, collares o brazaletes. Piezas únicas que se venden bastante más que hace 15 años. De algunas de estas piezas de alta joyería quizás sólo se venda una al año. Pero lo que las marcas buscan principalmente es transmitir credibilidad y calidad.
Historia de grandes piezas de joyería
El anillo de compromiso lo “inventó” el emperador Maximiliano de Austria que se lo colocó a María de Borgoña en el dedo corazón de la mano izquierda cuando contrajeron matrimonio. El diamante “Cullinan”, que fue regalado al rey Eduardo VII por su tallador, el holandés Asscher, no ha sido superado en quilataje por ningún otro.
Salieron, después detallarlo, nueve gemas grandes y 96 pequeñas, pero el monarca únicamente se quedó con un par de gemas de gran tamaño pagándole al tallador con todas las demás por su excepcional trabajo. El “Swan” (“Cisne”), de 33 quilates, fue una de las joyas de Isabel la Católica que sirvieron para sufragar el primer viaje de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo en 1492.
San Luis, rey de Francia en el siglo XIII, prohibió a las mujeres de su corte llevar diamantes y joyas como abalorios para realzar su belleza porque aseguraba que “sólo la Virgen María merece tal honor”.
La actriz Elizabeth Taylor, no está de acuerdo con el pío monarca galo, y atesora en su joyero los siguientes diamantes: el “Coñac Sobre Hielo” (34 quilates), el “Krupp” (33,19 quilates), el “Lisa Blue” (37,05 quilates), el “Luis XIV” (44,76 quilates)y el “Liberator”(155 en bruto sin tallar),y el colgante “Corazón”, además de recibir en 1969 como regalo de Richard Burton el que fue bautizado como “Taylor-Burton”, de 69,42quilates, aunque la actriz en un acto de solidaridad lo vendió de forma inmediata para costear la construcción de un hospital en Botswana.