Tópicos como “vergel de belleza sin par”, “continente en miniatura” o “las islas afortunadas” son parte del catálogo que lleva bajo el brazo el turista no menos tópico de Canarias. Establecer el nexo entre estos eslóganes y las siete islas es quedarse en la epidermis de un territorio atlántico cuya identidad no se resuelve, tampoco, con el afamado recurso de la influencia tricontinental de África, América y Europa.
Sin la obsesión por el “punto cero” de su existencia no se puede entender el enorme trecho recorrido por Canarias hasta el siglo XXI. Rural y urbana, desarrollada y atrasada, culta e inculta, cosmopolita y provinciana, caciquil y democrática, ecológica y contaminante… Todos estos contrastes parecen tener su deuda con un pasado que lleva al archipiélago a plantearse, cíclicamente, su lugar en el mundo.
Ahora, como nunca, la trascendencia corresponde a su paisaje. Y lugar que no debemos pasar por alto, y que en muchas ocasiones pasa desapercibido en la isla de Gran Canaria, son las dunas de Maspalomas.
Un recorrido por la zona de Maspalomas y sus dunas
En la variopinta fisonomía de la isla de Gran Canana, que ha recibido definitivamente la denominación de «pequeño continente», destaca la gran zona de Maspalomas, situada en el Sur, sobre una superficie de más de 30 millones de metros cuadrados y 18 kilómetros de playas de arenas finas y doradas.
Las excepcionales condiciones climatológicas de Maspalomas han permitido la creación de un vasto complejo turístico, cuyas proporciones la convierten en uno de los centros de atracción internacional. Cerca de la playa de Maspalomas, encontramos hoteles como el conocido y popular Kumara Serenoa.
La gran zona de Maspalomas comprende diversos núcleos que se inician precisamente en el Morro Besudo, promontorio adentrado en las tranquilas aguas sureñas y que sirve de protección de los vientos dominantes. La zona se extiende a lo largo de la costa, festoneada de extensas playas, como la del Inglés, las Burras y la ya famosa de Maspalomas.
Es precisamente en esta última playa, la de Maspalomas, la que une con una gran zona de atractivo turístico y paisajístico que merece la pena descubrir: Las dunas de Maspalomas.
Dunas de Maspalomas, más que un paisaje
Las dunas de Maspalomas se encuentran en un espacio natural que tiene la consideración de reserva natural especial. Aquí encontramos arenas finas y suaves pendientes, existiendo una zona de siete kilómetros de longitud y extensión aproximada de 250 hectáreas de dunas, auténtico paraíso para quienes deseen practicar incluso el esquí sobre la arena.
Esta zona está formada por un sistema de dunas único en toda la isla. El especial paisaje, la flora y fauna de la zona, han hecho que haya una especial protección las dunas de Maspalomas, tanto con leyes regionales como nacionales. Sin embargo, esto no significa que no podamos visitar las dudas y disfrutar de las auténticas vistas que nos ofrece este paisaje único.
Las dunas de Maspalomas se pueden disfrutar de distintas formas, tanto de forma terrestre como por el aire. Puedes acudir a realizar alguna excursión a pie y disfrutar del día sobre las dunas. Pero también puedes elegir disfrutar de estas dunas de una forma excepcional: sobrevolándolas. Eso sí, esta última opción solo es para profesionales, como ya hizo en el año 2003 Joan Enric Paricio y Gaby Meis sobrevolándolas en parapente.
De lo que no hay duda es que la isla de Gran Canaria, a la que la providencia ha otorgado el luminoso regalo del Sur, ofrece en Maspalomas la grata prebenda de una primavera eterna, entre esbeltas palmeras, dunas desérticas y playas donde el Atlántico se amansa y parece querer morir en encajes de esmeraldas…