La Navidad es la gran fiesta de nuestro Occidente. En torno al mensaje religioso inicial de la Navidad se han acumulado numerosos significados: fiesta de la familia, momento de alegría, descanso, feria de regalos, momento de buenos deseos, fiesta de los niños, Portal de Belén…
La Navidad tiene sus símbolos: el árbol a menudo adornado con luces, y el Belén. En general se dice que este último es un símbolo religioso, mientras el primero sería de origen pagano. Aunque no se puede negar que el culto a los árboles era una realidad precristiana, en realidad también el árbol de Navidad es un símbolo cristiano. En Holyart podemos encontrar cientos de figuritas para nuestros belenes o árboles de Navidad.
Desde Navidad hasta Año Nuevo se ha creado un periodo de fiesta y de descanso que, después de unos meses de las vacaciones veraniegas, es un momento para desconectar y tomar aliento. La tradición navideña ya tiende a globalizarse en tierras de otras culturas, llevando consigo algo de su fervor y de sus símbolos típicos. Esto de la fiesta y de la globalización resulta algo extraño pues dónde acaece no se sabe explicar su origen ni su mensaje. Es como la fiesta de San Valentín, patrón de los enamorados, antiguo mártir de Terni, que ahora ya es popular incluso en Japón. Pero la Navidad está más enraizada y es más popular.
En torno a la fiesta de Navidad se ve la raíz cristiana típica de la cultura europea, aunque se haya secularizado con el tiempo. Navidad es la expresión latina que recuerda la “Natividad de Jesús”. En el calendario cristiano es una fiesta menos importante que la Pascua, memoria de la resurrección de Jesús, misterio central de la fe cristiana. No obstante, excepto en alguna región, la Navidad es mucho más importante que la Pascua que se limita, en general, a una efeméride religiosa (y tal vez ocasión de un descanso menos prolongado). En realidad, hasta el siglo IV, los cristianos no celebraban la Navidad: la Epifanía, el 6 de enero, era la fiesta que recordaba el bautismo de Jesús en el Jordán y también su nacimiento.
El Belén y el árbol de Navidad
El árbol de Navidad está presente en las sagradas representaciones medievales, particularmente en las del paraíso perdido. Se sabe que en el siglo XVII existía ya un árbol de Navidad del que se colgaban manzanas y hostias, símbolo de la caída y de la redención, memoria del árbol del paraíso terrenal. En los antiguos calendarios, el 24 de diciembre, se recordaba a Adán y Eva. El árbol empezó así su marcha triunfal desde las iglesias a los lugares públicos y a las casas.
Pronto lo adornaron con luces. La práctica se impuso en el norte de Europa, en Inglaterra y después, en la segunda mitad del siglo XIX en América y en el resto de Europa. El primer árbol navideño de París data del 1840; fue un deseo de una princesa de origen alemán. Hoy día el árbol de Navidad sobresale incluso por encima de la columnata de Bernini en la plaza de San Pedro de Roma.
Por su parte, la tradición del pesebre (también vinculada con las representaciones medievales) tiene su origen en la idea de Francisco de Asís, hace 780 años, en el pueblo de Greccio. El santo quiso representar de modo realista al niño Jesús, pobre, en medio de los hombres. Es una referencia al misterio cristiano de un Dios que se hace pequeño y débil. Es una invitación a la piedad para con los pequeños. Es un modo de materializar la narración del nacimiento de Jesús en Belén, que se halla en el Evangelio de Lucas (y en forma reducida en el de Mateo). Aquí se recuerda, entre otras cosas, que su madre lo acunó en un pesebre porque no había lugar para ellos en la posada. La Navidad se presenta con este no querer acoger a Jesús en la ciudad de los hombres. Así, la fe se convierte en acogimiento. Y en Navidad, se desarrolla una particular atención hacia los pobres.
Todo esto ilustra el largo recorrido de la fiesta de Navidad en la civilización europea, los significados, símbolos y mensajes que se han agrupado en torno al 25 de diciembre. Se ha discutido recientemente sobre los valores cristianos en la Constitución europea. Pues bien, la Navidad, fiesta para los creyentes y para los no creyentes, habla de un antiguo mensaje cristiano, que para una parte de los europeos sigue siendo actual. Es un memorial de la fe. Pero, para los que no creen, sigue siendo una invitación a la piedad. Ante la Navidad, a la imagen pobre y débil del Niño, vuelve a la mente la Biblia cuando se pregunta quién osará despreciar un día de comienzo tan modesto.