No imiten a un profesional, sean ustedes mismos o mismas, olvídense de tonterías y cocinen como les gusta. Libérense de todo lo que represente un “safari gastroculinario” y no renuncien a un buen pescado entero cocido al horno o unas albóndigas con patatas.
Hay platos que, fuera de casa, por buenos que aparenten ser, no saben igual. Unos buenos fideos a la cazuela con costilla de cerdo, con una base de sofrito, me devuelven a mi infancia; un retorno a una felicidad inocente que un suflé, por imaginativo y técnicamente insuperable que resulte, no puede sustituir, porque no se puede reemplazar el amor que sentimos comiendo en familia.
El mayor legado cultural en materia culinaria es obra de las mujeres. Gracias a ellas hemos podido mantener nuestras cocinas locales. En 1986, el Fondo de Regulación y Organización del Mercado de los Productos de la Pesca y Cultivos Marinos (FROM) publicó en tres tomos “La cocina y el mar, 7.000 recetas elaboradas por 7.000 amas de casa españolas”.
Las recetas, tal como indica la presentación del libro, se refieren fundamentalmente a especies pesqueras que son objeto de fomento y de atención por parte del FROM, como la sardina, la caballa, el jurel, la bacaladilla, la trucha, el calamar, el pulpo o el mejillón. Después de consultar la obra, no salgo de mi asombro: estoy seguro de que la cocina familiar es mucho más importante que la profesional.
Lo que nos falta es encontrar fórmulas para recopilar las recetas que se han transmitido oralmente y que hoy, debido al cambio de vida en los hogares, están en vías de extinción. Por desgracia, la gente no tiene conciencia de la necesidad de proteger este patrimonio vivo. Existe una bibliografía extensa de libros de cocina útiles para el hogar. En la actualidad las revistas y los periódicos nos inundan con fórmulas magistrales para que podamos sorprender a nuestros invitados.
Está comprobado que hombres y mujeres comparten momentos de ocio ante los fogones caseros. Es más, cocinar es una práctica que libera a las personas del estrés de la vida moderna y tiene una ventaja impagable: puede hacer felices a los demás. Cocinar en familia es el resultado de un gran cambio social. Antes la mujer cocinaba por obligación, y hoy la cocina se convierte en pasión. Estoy convencido de que, a pesar de la época negativa que estamos viviendo, el futuro que nos espera será mejor que el pasado. A lo mejor cocinaremos menos, pero los momentos serán vividos con mucha más calidad.
Compartiremos mejor los guisos si los entendemos y, para que eso sea posible, será necesario educar a las nuevas generaciones. ¿La cocina entrará en las escuelas? Supongo que sí. Alimentarse correctamente es una necesidad primordial, ya que no sólo de matemáticas y geografía vive el hombre.