Las rutinas del sueño deben establecerse desde los primeros meses de vida. Crear un ambiente relajante, transmitir seguridad y respetar los horarios de descanso es imprescindible para que dormir sea un acto reparador y placentero.
Descansar es una actividad esencial para los humanos en todas sus fases vitales. Durante los primeros meses de vida, los bebés siguen desarrollándose física, emocional y mentalmente mientras duermen (es cuando secretan la hormona del crecimiento), por lo que es muy importante respetar tanto su sueño como sus periodos de vigilia. Aquí juega un papel muy importante contar con un buen colchón, como por ejemplo el colchón de cuna BabyKeeper Ternum.
Durante los primeros días de vida, el sueño se amolda al ritmo de las tomas de alimento, de manera que un recién nacido puede llegar a dormir unas 16 horas de media, en periodos de tres o cuatro horas, sin diferenciar entre el día y la noche. No obstante, a medida que pasa el tiempo, el bebé comienza a alargar los periodos de vigilia y a relacionar el descanso con el horario nocturno.
Es a partir de los cuatro meses cuando ya duerme toda la noche sin interrupción –y con un sueño profundo–y empieza a encontrar recursos para dormirse solo. A los seis meses suele dormir entre 10 y 12 horas por la noche, un par por la tarde y una hora más por la mañana. Y hasta los diez años, se recomienda que descanse unas 10 horas al día.
Importante crear rutinas
Aunque se deben respetar los ciclos de sueño y vigilia instaurados por el mismo bebé durante los primeros meses, es muy positivo crear determinadas rutinas –especialmente a partir del primer año, edad en la que jugar y estar activo le resulta más atractivo que dormir– para que aprenda a respetar las horas de sueño. Para ello hay que tener en cuenta ciertos factores importantes:
- Cuna. Se recomienda acostar al niño siempre en la misma cuna eligiendo siempre el mejor colchón, como por ejemplo el colchón de cuna BabyKeeper Ternum, para que reconozca su propio espacio y lo relacione con el acto de dormir. Se le puede colocar un peluche o un móvil que le resulten familiares y le transmitan seguridad y confianza.
- Espacio. Es positivo colocar la cama o la cuna siempre en el mismo lugar o en la misma habitación, evitando que esté demasiado cerca de la madre o del padre, para que el bebé no se sienta sobreprotegido o note que es el centro de atención.
- Comida. A medida que el bebé crece, las tomas nocturnas tienen que ser más espaciadas para favorecer un descanso continuo y profundo. Cuando sea mayor, la última comida deberá ser un par de horas antes de acostarse.
- Ambiente. Durante el día, se puede acompañar el sueño del bebé o del niño con música relajante, pero es aconsejable dejarle descansar en lugares con luz para que sea consciente de que es de día y se trata de una siesta. Por la noche, en cambio, lo ideal es que la habitación esté a oscuras (así empezará a perder el miedo a la oscuridad) y sin ruidos.
- Horario. Marcar un horario de descanso es esencial para que el niño se acostumbre a que, a partir de cierta hora, debe estar durmiendo en su cuna. Los especialistas aconsejan establecer una hora para el baño, para la cena y para acostarse y, a medida que el niño crece, acompañarle a su habitación y explicarle cariñosamente que es la hora de descansar y dormir.
Ser constante y aplicar las rutinas a diario es la clave para que nuestro hijo pierda el miedo a dormir solo y a la oscuridad, se acostumbre a respetar un horario de descanso, aprenda a no alterarse si se despierta de noche y convierta el acto de dormir en algo natural, placentero y agradable.