La meningitis es una enfermedad que provoca la inflamación de las meninges, que son unas membranas que cubren todo el sistema nervioso central (cerebro y la médula espinal) y del líquido cefalorraquídeo que contienen.
En la práctica, el término meningitis bacteriana es equivalente al de meningitis piógena. Los microorganismos causales más frecuentes son, además del ‘N. meningitidis’ (meningococo), el ‘S. pneumoniae’ (neumococo) y ‘Haemophilus influenzae’, si bien este último prácticamente ha desaparecido en muchos países desde el uso generalizado de la vacuna.
Causas de la meningitis
La inflamación de las meninges puede tener varias causas, aunque desde la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) explican que las más grave es la meningocócica, una forma de meningitis bacteriana.
Sin embargo, la meningitis también puede estar provocada por hongos, agentes químicos, fármacos… y virus. Precisamente, un estudio ha analizado recientemente en Reino Unido las causas y las consecuencias de la meningitis.
Este estudio ha descubierto que los virus son ahora la causa más común de meningitis en los adultos y una causa de una enfermedad importante a largo plazo. Y es que, la mortalidad por meningitis sigue situándose en el 10% de los casos, a pesar de la mejora de la asistencia sanitaria y de los tratamientos.
Síntomas de la meningitis
Los síntomas más frecuentes de la meningitis son fiebre, dolor de cabeza, náuseas y vómitos. Se puede acompañar de agitación, obnubilación y disminución del nivel de conciencia y de aparición de crisis epilépticas y otros signos de afectación cerebral. El dato más destacable en la exploración física es la rigidez a la flexión del cuello o rigidez de nuca.
Para la meningitis bacteriana hay que realizar tratamiento antibiótico por vía endovenosa, para la mayoría de los casos se utilizan cefalosporinas de 3ª generación, la duración varía en función del microorganismo causal entre 4 y 21 días.
También se utiliza simultáneamente, y durante los primeros días de tratamiento, dexametasona para disminuir la hipertensión intracraneal y el edema cerebral y así tratar de mejorar el pronóstico.
La meningitis afecta más en niños y recién nacidos
Aunque la meningitis puede darse en todas las edades, hay más frecuencia de sufrir meningitis en niños y recién nacidos. Después, la frecuencia desciende en la edad adulta pero no desaparece.
En concreto, los pacientes que no tienen bazo y los que tienen algunas enfermedades, como mieloma, tienen más riesgo de meningitis neumocócica. Por su parte, los pacientes mayores o con enfermedades inmunosupresoras, como leucemias que bajan las defensas, pueden tener mayor riesgo de meningitis por listeria.
También puede haber más riesgo de enfermedad meningocócica en convivencias en barracones o grandes aglomeraciones.
Qué es la meningitis meningocócica
Como señalan desde la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, la enfermedad meningocócica es potencialmente fatal y siempre debe ser visto como una emergencia médica, ya que pueden ser muy graves, evoluciona rápidamente y puede matar en pocas horas.
El diagnóstico inicial de la meningitis meningocócica puede hacerse por examen clínico seguido de una punción lumbar que muestra un fluido espinal purulenta. Las bacterias a veces pueden verse en los exámenes microscópicos del líquido cefalorraquídeo.
El diagnóstico es compatible o confirmado por el crecimiento de las bacterias a partir de muestras de líquido cefalorraquídeo o la sangre, mediante ensayos de aglutinación o por reacción en cadena de la polimerasa (PCR). La identificación de los serogrupos y Prueba de Susceptibilidad a los antibióticos son importantes para definir las medidas de control.
Tratamiento adecuado con antibióticos se debe iniciar lo más pronto posible, idealmente después de la punción lumbar se ha llevado a cabo una punción si tal puede realizarse inmediatamente.
Si el tratamiento se inicia antes de la punción lumbar puede ser difícil de cultivar las bacterias desde el fluido espinal y confirmar el diagnóstico. Una gama de antibióticos puede tratar la infección, incluyendo penicilina, ampicilina, cloranfenicol y ceftriaxona.