Los avances de la cirugía, y la cirugía estética, en las dos últimas décadas han sido espectaculares y las técnicas quirúrgicas han permitido intervenciones difícilmente superables. El reto de la cirugía de los últimos 20 años es el de conseguir los mismos resultados, pero disminuyendo al máximo la agresión de la intervención y acelerando el restablecimiento del paciente.
Una nueva técnica quirúrgica que, aunque conocida desde hace tiempo, se está abriendo camino en este panorama es la cirugía de trauma mínimo. Se trata en esencia de intervenir haciendo el menor daño posible, para disminuir las complicaciones y acelerar el restablecimiento.
Esta nueva cirugía dispone de unas armas diferentes a las de la cirugía convencional. Ha cambiado los bisturíes y las tijeras por unos instrumentos finos y alargados, que se pueden manipular a distancia con gran precisión. Se basa en la visualización del interior del organismo gracias a un sistema de iluminación y de óptica y se observa la imagen en un monitor de televisión.
De esta forma, es posible en la actualidad ser operado sin tener que abrir, por ejemplo, el abdomen. Un pequeño corte de un centímetro sustituye las grandes incisiones de 15 a 20 centímetros, permitiendo multitud de intervenciones abdominales para problemas digestivos o ginecológicos, por nombrar algunos casos.
También, en este caso más centrado en la cirugía estética y en una cirugía de párpados, pueden realizarse las incisiones con bisturí frío, con bisturí eléctrico o con láser. Cada caso siempre es sometido a evaluación por parte del personal especialista quien recomendará una técnica u otra tras valorar el caso de cada paciente particular.
Echando la mirada hacia atrás, un cirujano de Dresden llamado Kelling se convirtió en 1901 en la primera persona que inspeccionaba la cavidad abdominal de un perro mediante un citoscopio (instrumento para mirar el interior de la vejiga urinaria). En el año 1910 el doctor Jacobeus de Estocolmo, aplicó esta técnica en humanos, denominándola laparoscopia y aplicándola tan sólo a la observación de los órganos abdominales.
Fue en el inicio de los años 70 cuando, gracias a esta técnica de visualización, se comenzaron a realizar pequeñas intervenciones en el campo de la ginecología, por parte de la escuela francesa de Clermont-Ferrand.
Las ventajas de utilizar una cicatriz natural (el ombligo) para practicar intervenciones a abdomen cenado se hicieron cada vez más evidentes. Se trata de una cirugía guiada por vídeo, ya que es gracias a una pequeña cámara de televisión con su propia iluminación que el cirujano puede manejar sus instrumentos introducidos por pequeños orificios: dicha cámara le permite observar fielmente lo que está pasando en el interior del abdomen. Una pequeña incisión de un centímetro basta para introducir estos delicados instrumentos. Se trata de una variante de la cirugía endoscópica, que no tiene que realizar ningún corte porque aprovecha las vías naturales del organismo
Desde el punto de vista de la estética, y al ser la herida de la intervención tan pequeña, el dolor se reduce considerablemente. Así, no olvidemos tampoco los resultados estéticos: solamente una revisión exhaustiva de la piel permitirá descubrir las pequeñas cicatrices y, en el caso del ombligo, ni tan sólo esto será posible, ya que se trata él mismo de una cicatriz.
La duración de la intervención y la estancia en el hospital también se reducen mucho. Dependiendo del tipo de intervención, el paciente puede ser dado de alta en dos días. La baja laboral se reduce a una cuarta parte, y el paciente se reincorpora a su trabajo en una semana.
Sobre la cirugía de párpados
Por otro lado, y haciendo un mayor hincapié en la cirugía de párpado superior, conocida como blefaroplastia superior en el ámbito médico, es una operación que elimina el exceso de piel de los párpados superiores. Se trata de una de las operaciones de estética más demandadas en España, por detrás de la mamoplastia y la liposucción.