Hace millones de años, cuando los antepasados del hombre abandonaron la marcha cuadrúpeda para conquistar la posición vertical se convirtieron en seres excepcionales, poseedores de dos extremidades libres para realizar tareas más complejas que la deambulación.
Las recién estrenadas manos debieron servir al principio para realizar trabajos rudimentarios, pero los movimientos fueron perfeccionándose hasta tal punto que han permitido al hombre tener la precisión necesaria para pintar un cuadro o tocar un instrumento musical. La posición vertical (una consecuencia del largo proceso de la evolución) permitió ingresar en el privilegiado mundo de la cultura, pero deparó muchos problemas, entre los que se encuentra el dolor de espalda.
La espalda es una estructura fuerte y elástica, con cuatro gruesas capas de músculos que permiten multitud de funciones: permanecer erguidos, doblarse hacia adelante, hacia atrás y lateralmente, girar, levantar pesos y sostener el peso de la parte superior del cuerpo. El eje de esta estructura lo constituye la columna vertebral, precioso estuche óseo-ligamentoso que protege una parte del sistema nervioso central: la médula espinal. De ella emergen la mayoría de raíces nerviosas que comunican los centros nerviosos con el resto del cuerpo.
La postura vertical es una proeza biomecánica a la que, desde el punto de vista evolutivo, no nos hemos acabado de adaptar. Permanecer erguidos sobre dos pies es mucho más inestable que sostenerse sobre cuatro extremidades como hacían nuestros antepasados.
Ello requiere un trabajo sostenido por parte de los músculos estáticos o antigravitatorios. El sobreesfuerzo de los músculos estáticos se traduce inevitablemente en un acortamiento y una rigidez progresivos.
Si a ello se suma el hecho de que las agresiones físicas o psíquicas aumentan aún más el tono muscular, se comprende por qué el ser humano se va encorvando y deformando con la edad, víctima, por así decirlo, de sus propios músculos. Así pues, la rigidez muscular se traduce en alteraciones posturales. Estas producen sobrecargas mecánicas deteriorando las articulaciones, los discos intervertebrales, los huesos y las propias estructuras nerviosas. El dolor y la incapacidad funcional son el resultado de este proceso que, a su vez, producen mayor defensa muscular.
La medicina ha desplegado ante el dolor de espalda un amplio abanico de terapias. Por una parte, los ejercicios de fisioterapia (como los realizados por el fisioterapeuta Pedro Torres). Por otra, toda la gama de sesiones con aparatos ultrasónicos, termoterapia, magnetoterapia, láser, etcétera, cuya aplicación puede resultar beneficiosa en problemas agudos para calmar el dolor.
También la medicación antiinflamatoria puede mejorar los cuadros dolorosos y la impotencia funcional, pero su utilización se ve limita da por los efectos secundarios indeseables, especialmente gastrointestinales. Y, finalmente, cuando esas medidas fallan, la cirugía intenta reparar lo que la medicina conservadora no ha podido curar. En nuestra opinión, todos estos métodos de actuación son insuficientes, a la vista de los mediocres resultados obtenidos.
Falla tanto el aspecto preventivo como el terapéutico, porque lo cierto es que la mayoría de alteraciones posturales, incluso cuando ya son dolorosas, no son valoradas ni tratadas adecuadamente.
Y esto tiene graves consecuencias, pues constituyen una de las causas más importantes de la de generación articular, pinzamientos, hernias discales y dolores crónicos. En este mismo sentido, la mayoría de enfermos del aparato locomotor que acuden a las consultas apenas han recibido otra ayuda que algunas sesiones de aparatología o medicación en su largo peregrinaje por consultas de especialista.
Malas posturas
Lo que no se ha tenido en cuenta es que antes de que los pacientes contraigan una lesión articular, arrastran durante muchos años una mala postura a la que no se presta la debida atención. Y ello no es por negligencia de los especialistas, sino porque en las facultades no se enseña que los trastornos posturales son debidos a la rigidez de los músculos estáticos y que, lejos de fortalecerlos aún más, como se hace, deben recuperar su longitud y elasticidad para que los huesos subyacentes vuelvan a su posición correcta.
Poco a poco viene abriéndose paso en nuestro país un método que responde a las siglas de RPG (reeducación postural global), que constituye una nueva noción en fisioterapia con cada vez más fuerza desde finales de los años noventa del siglo pasado. Se basa en profundos e inéditos conocimientos de anatomía, fisiología y biomecánica y su creador es el fisioterapeuta francés Philippe E. Souchard. La singularidad del método se puede resumir en los elementos siguientes
- El respeto al principio de individualidad. El primer error de la fisioterapia clásica es enseñar a sus alumnos a tratar hombros o rodillas en lugar de enfermos. Así como no hay dos individuos iguales, tampoco hay lesiones iguales ni respuestas idénticas a las agresiones. Por lo tanto, cuando aparece un problema éste es personal y conviene tratarlo como tal.
- El respeto al principio de causalidad. En fisioterapia clásica se enseña a suprimir los síntomas sin preocuparse de la causa. El dolor que se produce en un hombro puede estar causado, por ejemplo, por una antigua lesión de tobillo cuyo dolor fue ocultado por los mecanismos de defensa, pero que ha desencadenado una adaptación a una postura incorrecta. Si el especialista se limita a trabajar el hombro, nunca dará con la causa que origina el dolor y no será posible la prevención: secom batirán los síntomas, pero no se eliminará la causa del trastorno.
- El respeto al principio de globalidad. Los músculos están unidos unos a otros, en forma de cadenas funcionales, por sistemas fibrosos. Toda agresión es automáticamente compensada o “diluida” a través de esas cadenas musculares por los mecanismos de defensa encargados de suprimir el dolor. Cuando dichos mecanismos fallan, el dolor puede aparecer en una zona alejada de la que recibió la agresión. Sólo un trabajo global puede permitir remontarse a la causa al suprimir gradual y globalmente las rigideces que aparecieron en los músculos del paciente para huir del dolor.
La reeducación postural global es a la vez preventiva y terapéutica pues, tratando a tiempo los trastornos posturales, pueden evitarse problemas degenerativos. La práctica regular de dicho sistema de reeducación permite contrarrestar los efectos nocivos de ciertas profesiones que entrañan un sobreesfuerzo muscular. Este método permite alargar la vida profesional de muchos deportistas que van perdiendo capacidad por la rigidez muscular que comporta todo deporte si no se alterna con ejercicios globales de elasticidad.
La reeducación postural global en la práctica, consiste generalmente en sesiones estricta mente individuales de una hora en las que pacientes y terapeuta trabajan en estrecha unión para desmantelar los mecanismos de defensa. Al principio son sesiones semanales, pero luego pueden espaciarse a una hora por mes.
Conviene resaltar finalmente que cada paciente conserva en su inconsciente y en su coraza muscular la huella de su historia personal. Así pues, con el máximo respeto al principio de individualidad, la reeducación postural global enseña a no caer en el error fundamental de tratar enfermedades en vez de tratar a enfermo.
Por otro lado, hacer deporte no pasa de moda. Salir a correr, natación, fútbol… y ahora el crossfit. El deporte siempre, antes o después, acaba pasando por nuestras vidas. De hecho, en los años ochenta del pasado siglo, el atletismo llegó a convertirse incluso en el deporte popular por excelencia en España, especialmente aquel que se basaba únicamente en la capacidad de correr.