La electroterapia está renaciendo en Europa después de un período de calma durante varios decenios. El público descubre nuevamente y se apasiona, por la mayoría de las llamadas medicinas “suaves”, de las cuales la electroterapia evidentemente forma parte. Surge una toma de conciencia de las leyes universales que regulan el funcionamiento de nuestro cuerpo.
La naturaleza es la que prevalece, y de hecho, el estado de “buena salud” se vuelve a encontrar mediante la aplicación de principios naturales. La electroterapia existe desde hace varios siglos, pero hasta el siglo XVIII, no fueron creadas las primeras máquinas eléctricas con aplicación en la medicina.
Las observaciones de los médicos y los ensayos terapéuticos se sucedieron a partir de entonces y los sabios y médicos notaron la acción de electricidad en los dolores, la contracción muscular, la circulación sanguínea y el bienestar en general. Hoy la electroterapia es empleada en tratamientos de fisioterapia, aplicando electricidad sobre las lesiones.
A finales del siglo XIX, se fabricaron aparatos que difundían la corriente farádica y galvánica, como los aparatos actuales. Sin embargo, en aquella época sólo los poseían los médicos para el tratamiento de sus pacientes. Estos aparatos eran voluminosos, pesados y poco prácticos.
Hasta los años treinta este tipo de terapia no conoció su hora gloriosa. En toda Europa se implantó la electroterapia en los consultorios. Durante los años treinta y cuarenta, la electroterapia se vio afectada por una época de eclipse, en favor de otros medios terapéuticos.
El descubrimiento de la penicilina en 1929 y la fabricación industrial de antibióticos, después de la última guerra, revolucionó el mundo médico, que pareció determinar que los medicamentos eran en todos los casos mejores que otra cosa, y ello en detrimento de la electroterapia.
Actualmente los últimos progresos tecnológicos han hecho posible la fabricación de nuevos aparatos de electroterapia; ligeros, portátiles, funcionando con pilas y, sobre todo, y esto es muy importante: fáciles de utilizar por el propio reumático.
La electroterapia para dolores reumáticos
La electroterapia es utilizada a menudo cuando otras terapias han fracasado. En la mayoría de los casos, proporciona un alivio rápido y sin riesgo al problema de los dolores reumáticos, al mismo tiempo que la electroterapia ejerce igualmente una acción favorable sobre los tejidos del organismo.
Hay que combatir no sólo el dolor, sino también la falta de ejercicio físico que impone, simplemente, la vida sedentaria. Esta falta de ejercicio físico perturba localmente las funciones fisiológicas esenciales: perturba la circulación sanguínea, afectando a los tejidos que están mal oxigenados, mal alimentados, e insuficientemente depurados de sus residuos. Todo esto contribuye al agarrotamiento de la circulación, se instala entonces cada vez con mayor fuerza, rapidez y facilidad; la artrosis.
La electroterapia mejora las funciones fisiológicas, ya que permite el trabajo muscular, restableciendo una mejor circulación sanguínea en los tejidos, combate el dolor y facilita de esta manera los movimientos. Sin la mejora de estas funciones vitales, no se puede lógica mente pensar que un tejido lastimado pueda tener una evolución positiva, que permita detener o aminorar la marcha del proceso reumático en curso.
El problema de fondo es, de hecho, el siguiente: la restauración o la mejora de los grandes equilibrios vitales, en la zona de los tejidos lastimados, debería ser el punto de partida de todas las terapias antirreumáticas.
La electroterapia es efectivamente una técnica seria, experimentada en los centros hospitalarios y recomendada cada día más por los reumatólogos. Su eficacia ha sido probada y está al alcance de todos.