El consumidor ha cambiado. La mayor información de que dispone, las regulaciones legales y las crisis alimentarias han modificado el perfil del comprador en los últimos años. Las principales demandas de ese nuevo consumidor son productos saludables y seguros.
El nuevo consumidor sigue siendo mayoritariamente mujer (de cada tres compradores, dos son mujeres) y tiene entre 26 y 40 años. Pero sus preocupaciones y hábitos no son los mismos de hace diez o quince años. El consumidor de hoy quiere comprar alimentación saludable. Las nuevas estructuras familiares hacen que la mitad compre sólo para una (23%) o dos personas (28%). También está más informado y escarmentado ante las alertas sanitarias. Esto condiciona sus demandas.
Así, tomar con asiduidad alimentos ricos en vitamina C reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y de algunos tipos de cáncer y prolonga la vida. Lo ideal sería tomar cinco raciones de frutas o vegetales al día. Una ración equivale a una pieza de fruta o una ensalada pequeña. Las personas que toman pocas frutas y vegetales también pueden conseguir grandes beneficios pasando de una a dos raciones diarias o de dos a tres. Incluso un pequeño cambio en la dieta puede representar una gran diferencia para la salud.
La importancia de los cereales
Los cereales para el desayuno pueden ser un vehículo ideal para aportar vitaminas y minerales a la dieta de personas que, por la causa que sea, tienen deficiencias nutritivas. Asimismo, pueden ser útiles para complementar la dieta de personas con necesidades especiales –por ejemplo, como vehículo de vitaminas del grupo B para deportistas–.
En el mundo industrializado, en el que hay abundancia de alimentos, puede parecer que los cereales a los que se han añadido vitaminas y minerales son innecesarios o como mínimo prescindibles, porque el aporte de estos nutrientes debería lograrse preferentemente con otros productos; lácteos para el calcio; carnes para el hierro; frutas, verduras y hortalizas para vitaminas…
Sin embargo, desde una perspectiva nutricional, los cereales para el desayuno representan una buena alternativa frente a galletas y productos de bollería, cuyo valor calórico y cuyo contenido en grasa son normalmente superiores y de los que siempre debe hacerse una recomendación de consumo moderado.
La alimentación saludable previene la obesidad
La dieta mediterránea, con su abundancia de frutas y legumbres y su aceite de oliva, ayuda a prevenir la obesidad; por el contrario, dietas más ricas en grasas, como las que predominan en el este y en el norte de Europa, favorecen su aparición. Los médicos consideran que una persona es obesa si tiene un índice de masa corporal superior a 30.
El índice de masa corporal es el peso en kilos dividido por el cuadrado de la talla en metros: así, se considera obesa a una persona de un metro ochenta que pese más de cien kilos o a una de un metro sesenta que pese más de 75.
Si el tratamiento de la obesidad adulta requiere reducir el consumo de alimentos, el tratamiento de la obesidad infantil es un asunto sobre el que todavía no hay consenso médico. Alcanzar este consenso es urgente e importante porque el número de niños obesos aumenta en los países desarrollados y la mayoría de los niños obesos se convierten en adultos obesos.