Si estás embarazada, probablemente tengas el temor de que tu futuro bebé pueda no estar todo lo sano que debiera. Esta es una preocupación muy habitual entre las mamás y, por suerte, durante el embarazo se realizan numerosas pruebas encaminadas a comprobar que tanto la salud general del feto como la de la madre son buenas.
Pero también se realizan otras pruebas que van más allá, y que tratan de averiguar si el pequeño pudiera sufrir algún tipo de anomalía en sus genes, lo cual podría provocar que naciese con enfermedades como el Síndrome de Down o el Síndrome de Edwards, procedentes estas de trisomías.
Estos problemas genéticos suelen ser controlados con el llamado “cribado del primer trimestre”, un estudio que trata de calcular las posibilidades que hay en un embarazo de que el bebé pueda tener alteraciones en sus genes y que depende de factores como los niveles de hormonas o la edad de la madre, entre otros. Pero en los últimos años se han desarrollado otro tipo de pruebas, más precisas y fiables, que se denominan Tests Genéticos No Invasivos y que ofrecen muchas más certezas que el cribado.
Pero ¿Cuáles son los costes de cada prueba?
Aunque el coste de las pruebas genéticas para el embarazo puede oscilar entre 100 y 1.000 euros, estas no son obligatorias. La mayoría de las mujeres únicamente necesitan el cribado para descartar casi por completo la presencia de alteraciones en los genes del pequeño, y el cribado está cubierto por cualquier seguro médico, tanto público como privado.
Incluso en muchas comunidades autónomas, si el embarazo se considera de alto riesgo para una condición genética o cromosómica, también se cubre el coste de las pruebas de ADN avanzadas, con el objetivo de evitar la Amniocentesis.
No sucede así cuando los embarazos se declaran de bajo riesgo, que son la gran mayoría, en los que el cribado será el único cálculo que valorará la posible presencia de anomalías, y esto tiene un problema. El margen de error del cribado, aunque bajo (tan sólo de un 4% aproximadamente), seguramente es superior al que a todo padre y madre le gustaría contemplar. De ahí que muchas personas decidan someterse de forma privada a un test de ADN, puesto que estos ofrecen un margen de error menor.
Esta decisión de someterse a un test de ADN implica el pago de una cantidad que dependerá de las características del propio test, pues existen muchos diferentes en el mercado. Pero, una vez decididos a hacerlo, lo habitual es buscar el mejor test prenatal no invasivo del mercado, llamado Neo24, que ofrece una tasa de error del 0,01% y, además, analiza todos los cromosomas fetales y detecta hasta 13 anomalías, más que cualquier otro análisis. Su precio está en torno a los 500€.
¿Qué mujeres deberían interesarse por los test de ADN?
Como se ha mencionado anteriormente, estas pruebas avanzadas suelen recomendarse por los ginecólogos cuando los resultados del cribado del primer trimestre arrojan un resultado de alta probabilidad, para obtener una segunda valoración más exacta. El objetivo es tratar con ello de evitar hacer una Amniocentesis, que es el único método capaz de ofrecer un diagnóstico 100% efectivo pero que, al tratarse de una prueba invasiva tiene importantes contraindicaciones, pues eleva el riesgo de aborto.
Por otro lado, aquellas personas que, por naturaleza, son temerosas, hipocondríacas o sienten ansiedad y angustia por el miedo a que el bebé pueda sufrir cualquier trastorno, tienen en estas pruebas de ADN una herramienta que les sirve para tranquilizarse y tener un embarazo mucho más llevadero.
Y, por supuesto, en general, para cualquier mujer embarazada que quiera tener una segunda valoración de los resultados de su screening prenatal.