Padecer ansiedad en determinados momentos es normal e incluso sano. Sobre todo, en situaciones que evaluamos como amenazantes. La ansiedad nos permite movilizar recursos a nivel fisiológico y cognitivo para hacer frente a estas situaciones problemáticas o potencialmente estresantes.
El problema surge cuando la ansiedad está presente la mayor parte del tiempo en la vida de la persona. También cuando el estímulo que la produce es algo indeterminado, como la incertidumbre que nos produce pensar en el futuro. Esto derivará, a largo plazo, en un deterioro mental y físico de la persona.
Trastorno de ansiedad generalizada
Hay personas que sufren ansiedad la mayor parte del tiempo. El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por que los sujetos que lo padecen muestran una preocupación excesiva y persistente ante distintos aspectos de la vida. A veces las preocupaciones giran en torno al ámbito laboral, otras al familiar, etc.
Se estima que se da entre un tres y un cinco por ciento de la población en la actualidad. A menudo se inicia al comienzo de la edad adulta. Como en otros trastornos de ansiedad, parece que lo sufren con más frecuencia las mujeres. También lo pueden padecer niños y adolescentes.
Las personas con este problema suelen presentar otros cuadros asociados como depresión, trastorno de pánico, fobia social, distimia y trastorno obsesivo-compulsivo, entre otros.
También es muy frecuente encontrar adicciones ligadas a la ansiedad generalizada. En muchos casos resulta un intento de combatir la ansiedad, que termina resultando contraproducente y agravando la sintomatología.
Causas
No están del todo claro las causas del trastorno de ansiedad generalizada. Como en otros muchos trastornos, se apunta a un conjunto de variables que podrían explicarlo. De esta forma, podríamos hablar de una combinación entre factores biológicos y ambientales.
En algunos sujetos podría existir una predisposición genética a padecer ansiedad. Parece que en algunos casos es hereditario, pero no queda claro si el factor determinante en estos casos es dicho componente hereditario o haber sido criado por figuras especialmente aprensivas y preocupadas.
También y como apuntábamos anteriormente, la coexistencia con otros trastornos mentales parece ser determinante (trastornos de ansiedad, depresión o adicciones).
Otros factores predisponentes podrían ser: estar en situación de desempleo, de exclusión social, padecer una enfermedad crónica y algunos rasgos de personalidad (ser excesivamente pesimista, perfeccionista, tener una baja tolerancia a la frustración).
Síntomas
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- Ansiedad y preocupación excesivas. Es el síntoma más definitorio cuando hablamos del trastorno de ansiedad. Las preocupaciones están presentes la mayor parte del tiempo y la ansiedad que producen es desproporcionada en relación a las situaciones reales. Los pensamientos negativos pueden ir de unas áreas de la vida de la persona a otras. Estos síntomas han de haber estado presentes durante más de seis meses para diagnosticar el trastorno. Los sujetos, aun reconociendo lo exagerado de sus preocupaciones, no son capaces de manejarlas.
- Inquietud o impaciencia. Junto con las preocupaciones, suele darse un sentimiento de desasosiego y nerviosismo. Esto puede ser observable o no dependiendo de la persona; algunas exteriorizan más el nerviosismo y otras son más contenidas. Permanecer en un estado casi constante de ansiedad llevará con frecuencia al agotamiento, ya que la propia respuesta moviliza recursos y energía. Esto provocará a la larga un agotamiento mental y físico.
- Dificultades de concentración. Las propias preocupaciones, por su naturaleza de pensamientos intrusivos, dificultarán a menudo mantener la atención centrada en algo. Así mismo, interferirán con frecuencia en procesos de memoria, provocando despistes y olvidos.
- Tensión muscular. Una de las reacciones físicas de la ansiedad es tensar la musculatura. Esto tiene como objetivo prepararnos para la acción. A su vez, dicha tensión activa más la respuesta de ansiedad. Una tensión prolongada y excesiva puede producir dolores musculares, contracturas, cefaleas tensionales, etc.
- Desde un punto de vista hormonal, la respuesta de ansiedad es parecida a la de la ira. Al menos implica también una descarga de adrenalina y noradrenalina a través de nuestro cuerpo. Esto es útil cuando no podemos escapar de una amenaza, pues nos permite enfrentarnos a ella. Es habitual, por lo tanto, que cuando estamos estresados, nos encontremos al mismo tiempo irritables y enfadados.
- Problemas relacionados con el sueño. Estar preocupado interfiere a menudo con el sueño y con la calidad del mismo. En muchos casos surge algún tipo de insomnio o los sueños son agitados, con lo que el descanso es deficitario. Tanto la falta de sueño como la tensión muscular, pueden estar relacionados con la fatiga y el agotamiento crónicos. El mismo insomnio es con frecuencia una somatización más de la ansiedad.
Otros síntomas incluyen manifestaciones somáticas de la ansiedad. Un problema somático supone la expresión física de algo emocional. Es habitual que los sujetos con ansiedad generalizada presenten también problemas médicos ligados al trastorno, como afecciones gastrointestinales (úlceras pépticas, colon irritable), disfunciones sexuales, enfermedades cardiovasculares, dermatitis, insomnio, fibromialgia, dolor crónico, cefaleas, migrañas, etc.
Tratamiento de los síntomas de ansiedad generalizada
La ansiedad puede abordarse desde diversas posiciones. Un cambio de hábitos puede ser la primera línea de actuación. Si bien esto no eliminará la causa de la ansiedad, ayudará a reducir sus niveles. Conviene evitar el consumo de excitantes, como alcohol y tabaco. Cuidar la alimentación y realizar algo de ejercicio con regularidad también es muy recomendable.
El tratamiento farmacológico incluye principalmente las benzodiacepinas y algunos antidepresivos con efecto ansiolítico, como los ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina). No conviene abusar a largo plazo del tratamiento con benzodiacepinas (alprazolam, diazepam…), ya que tienden a producir dependencia y habituación.
La psicoterapia (de mano de un psicólogo) trabaja los síntomas de la ansiedad y también su origen, cuando este sea emocional.
La terapia cognitivo-conductual dota a la persona de recursos para el manejo de la ansiedad a través de diversas técnicas (reestructuración cognitiva, técnicas de relajación, inoculación al estrés, desensibilización sistemática, …).
Por otro lado, una psicoterapia a nivel profundo podría identificar y trabajar las causas emocionales de la ansiedad, así como la tendencia del sujeto a preocuparse en exceso ante distintas situaciones y escenarios de su vida.