El momento de despertarse suele ser el más odiado del día. La alarma siempre inoportuna nos alerta de que tenemos el tiempo justo para saltar de la cama y correr hacia el trabajo. Sin embargo, unos buenos hábitos de sueño y un despertar más progresivo harán que empecemos el día descansados, con energía y de buen humor.
Abrimos los ojos y comprobamos que faltan pocos minutos para que suene el despertador. Como siempre nos despertamos a la misma hora y dormimos las horas suficientes, el despertador es simplemente una medida de seguridad para darnos la tranquilidad de que, si nuestro reloj interior falla, tenemos garantizado un aviso.
La sensación es de bienestar y nos sentimos descansados y preparados para encarar el día. Cuando esto sucede quiere decir que hemos conseguido regular nuestro ciclo sueño-vigilia y, por tanto, un despertar natural.
Equilibrar el ciclo del sueño
El sueño es un proceso biológico gradual con un inicio, dormirse, y un final, despertarse. Por eso, la entrada en vigilia debería producirse de forma progresiva tras un sueño reparador y como consecuencia de un proceso fisiológico en el que intervienen hormonas, temperatura corporal y luz.
Sin embargo, el incumplimiento de un horario regular de sueño y la necesidad de levantarnos a una hora hace que, en general, necesitemos estímulos externos para lograr despertarnos. A esto hay que añadir la no adecuada temperatura, luz y situaciones de estrés. Para poder descansar bien se puede recurrir a técnicas de relajación o medicinas naturales u otros productos como meladol, un producto que emplea ingredientes naturales para limitar los síntomas del estrés y la privación del sueño relacionada con la luz azul.
Después de un determinado número de horas de sueño, normalmente entre 7 y 8 en los adultos, hay una necesidad de despertar al completarse los procesos de reparación que nos permiten mantenernos despiertos a lo largo del día y tener una buena calidad de vida. Esta entrada en vigilia de manera natural responde a procesos orgánicos que se repiten aproximadamente cada 24 horas y en los que la luz solar tiene un papel muy importante, de ahí que para conseguir un ciclo del sueño equilibrado siempre durmamos con las persianas subidas, para que entre la luz solar por la mañana.
También es un factor clave la llamada presión del sueño, mecanismo que hace que, a cuantas más horas de vigilia, más ganas de dormir, y al contrario, a cuantas más horas de sueño, menos ganas de dormir.
Una vez ha sonado el despertador por la mañana, estos son los ingredientes para empezar bien el día:
- Encender una luz suave y remolonear unos minutos.
- Sentarse en la cama, bostezar y estirarse para desentumecer la musculatura de brazos, piernas y espalda.
- Levantarse con suavidad e ir al baño: hace entre siete y ocho horas que el cuerpo espera este momento.
- Si apetece, se pueden realizar ejercicios de estiramiento adicionales.
- Darse una ducha, afeitarse o maquillarse y vestirse con calma.
- Gozar de un buen desayuno. Hace casi diez horas que comimos por última vez y el cuerpo necesita energía para ponerse en marcha y empezar bien el día. La sensación de lentitud y embotamiento desaparecerá tan pronto como proporcionemos alimentos al organismo.
No obstante, la fórmula para despertarse fresco y descansado por la mañana empieza la noche anterior. Antes de ir a dormir, conviene dejar listas las cosas para el día siguiente. Después de cenar, se debería consultar la agenda, organizar las tareas y dejar preparadas la ropa y la bolsa.
De esta forma, se gana tiempo y se evita correr por la mañana. Sin embargo, lo más importante es descansar las horas adecuadas y fijar unos horarios regulares tanto para ir a dormir como para despertarse.