Los primeros fríos parecen sacar de sus escondrijos a los virus que causan infecciones respiratorias. Destacan, por la dificultad de combatirlos y por su frecuencia, los del resfriado común y la gripe. A un lado dejamos, por ahora, el Coronavirus.
El resfriado común, también llamado catarro vulgar o coriza aguda, probablemente la infección más frecuente que existe, es una enfermedad todavía más banal que la gripe. Curiosamente, a pesar de los espectaculares avances de la ciencia médica, el resfriado común sigue encerando un sinfín de misterios y se sigue combatiendo básicamente de la misma forma que cuando se extendió el uso de la aspirina a finales del pasado siglo.
El resfriado no tiene un tratamiento específico que ayude a eliminar el virus. El proceso sigue su curso natural, prácticamente siempre hacia la curación a medida que el sistema inmunológico va doblegando el pernicioso efecto del virus. Al igual que en la gripe y en todas las enfermedades víricas, los antibióticos no están indicados a no ser que se haya añadido una infección bacteriana.
Cómo prevenir el catarro
La transmisión de los rinovirus (como el resfriado común) ocurre con mayor frecuencia a través del contacto directo con un enfermo a través de las manos, que inocularían el virus al llevárnoslas a la nariz a los ojos. Los enfriamientos bruscos del organismo parecen predisponer al resfriado, aunque es siempre necesario que el virus procedente de otros pacientes esté presente en el ambiente.
Teniendo en cuenta esto, es de vital importancia que, con la llegada de las bajas temperaturas, hagamos un lavado frecuente de manos y que intentemos mantener el menor contacto posible con personas que tengan un posible catarro o resfriado. Para prevenir el catarro, se ha dicho también siempre que la vitamina C reduce el riesgo de infección, presente en frutas y verduras.
Por su parte, existe la convicción, tanto entre médicos como entre los que no son expertos en medicina, de que los disgustos y las circunstancias adversas de la vida pueden aumentar la susceptibilidad a las infecciones. Concretamente, los acontecimientos generadores de estrés se han relacionado repetidamente con una disminución en la capacidad defensiva del organismo a las infecciones como el catarro.
La importancia de la vitamina C y los cítricos
El tema vitamínico interesa siempre, pero con la bajada de las temperaturas empieza un fervor por la vitamina C que se repite año tras año. Posiblemente la causa principal sea la de que cura los resfriados, y es que virtudes a esta vitamina no le faltan. Entre otras acciones, interviene en el sistema inmunitario y en la síntesis del colágeno, es un gran antioxidante del organismo, tiene un efecto anticancerígeno comprobado y es protectora frente a la enfermedad cardiovascular.
Para que la dosis de vitamina C en nuestra dieta sea la adecuada es importante tener en cuenta los siguientes puntos. Tomar a diario dos piezas de fruta, procurando que sean frutas considerablemente frescas y con poco tiempo de almacenamiento.
Por supuesto, y a pesar de que el zumo de naranja es una delicia, no olvidemos que siempre se aprovechan mejor las vitaminas de la fruta entera que las de la troceada, en puré o zumo. Los cítricos siempre serán nuestro aliado frente a un resfriado. Otra norma básica es tomar dos raciones de verduras a diario, que son la otra gran fuente de vitamina C. Conviene recordar que los cítricos (la naranja, el kiwi, el mango) y la col, el pimiento, el perejil o el tomate son óptimas fuentes de vitamina C y vale la pena incluirlos en la dieta.
Ahora que el zumo de naranja está en pleno apogeo es un buen momento para probar una variante de éste elaborada con un poco de zumo de limón y kiwi. En definitiva, se trata de combinar en un zumo una naranja un chorrito de limón y medio kiwi. El resultado es una bebida muy vitamínica, deliciosa y con un cierto efecto regulador del ritmo intestinal.