La hernia discal lumbar es la causa más frecuente del dolor lumbar y de la ciática. Según estadísticas realizadas en la RFA, un 20% de las enfermedades causantes de incapacidad temporal de trabajo y un 50% de casos de jubilación anticipada dependen de enfermedades originadas en el disco intervertebral.
Desde el punto de vista anatómico, se trata del prolapso del disco intervertebral hacia el canal raquídeo, en el cual se alojan los nervios que, al ser comprimidos, se manifiestan clínicamente con dolor. El disco intervertebral está situado entre dos vértebras, tiene una consistencia semidura en su periferia y blanda en el centro del disco, llamado también núcleo pulposo, cuyo contenido es rico en agua y proteínas.
La degeneración del disco se inicia a edades tempranas y se caracteriza por la pérdida del contenido hídrico. “Cuando el espacio intervertebral está sometido a una presión superior a la normal, el disco desliza y protruye en el canal raquídeo produciendo dolor, si estas fuerzas son muy intensas pueden llegar a romper el anillo del disco y el núcleo pulposo desplazarse dentro el canal raquídeo”, explica el Dr Somoza.
En el primer caso se tratará de un disco prolapsado y contenido, y en el último supuesto será un disco herniado. Estos conceptos son básicos para decidir la conducta terapéutica adecuada.
Diagnóstico y tratamiento de las hernias discales
El diagnóstico de la lumbociática se hará principalmente por la historia clínica y la exploración neurológica y se confirma mediante exámenes complementarios como las radiografías de columna lumbar, el TAC o scanner y/o la resonancia magnética. Con estas pruebas, que no son agresivas, se puede llegar al diagnóstico preciso en más de un 90% de pacientes, aunque en algunos casos se necesitarán pruebas más agresivas como la mieloradiculografía.
Una vez se confirma el diagnóstico de hernia discal, se plantea el tratamiento que debe seguir el paciente. El primero a elegir, en la mayoría de los casos, es un tratamiento conservador a base de reposo, analgésicos y antiinflamatorios. Este tratamiento es efectivo en un porcentaje elevado de pacientes y puede reforzarse con fisioterapia y rehabilitación. Con los recursos conservadores se puede conseguir curar o mejorar entre un 75 y 80% de los pacientes.
El tratamiento quirúrgico se propone cuando persiste el dolor tras realizar un tratamiento conservador bien hecho, o cuando lo que se ha conseguido son efectos paliativos temporales, que condicionan una mala calidad de vida al paciente. Otras indicaciones del tratamiento quirúrgico serán en las hernias discales hiperalgésicas que cursan con dolor excesivo y en las que se acompañan de severos déficits neurológicos como pérdida de fuerza y sensibilidad.
En la actualidad, existen diferentes tratamientos quirúrgicos, unos mediante técnicas percutáneas, como la discectomía percutánea por aspiración automatizada y manual y la quimionucleólisis con quimo-papaína y técnicas a cielo abierto como la microcirugía y/o abordaje quirúrgico limitado o ecológico.
En los últimos cuatro años, ha existido una gran difusión principalmente de las técnicas percutáneas, con importante repercusión a nivel popular, como la posible solución al tratamiento de la hernia discal lumbar, aunque estas técnicas son muy limitadas y sólo pueden aplicarse entre el 15 y el 20% de pacientes afectos de hernia discal lumbar.
Una mala indicación de dichas técnicas conlleva al fracaso y la necesidad de una reintervención quirúrgica. Cada técnica tiene su medicación según el tipo de hernia discal. Las percutáneas están indicadas en los pacientes con protrusiones discales contenidas, y las técnicas a cielo abierto tanto en los discos contenidos como los herniados.
Es muy importante que el paciente reciba una información amplia de las indicaciones quirúrgicas, complicaciones y resultados de las mismas. para poder elegir con la máxima seguridad la técnica más idónea a su caso.