¿Qué esperamos de una colección de arte? ¿Qué define su excelencia? Felipe II y Felipe IV dejaron lo que hoy se consideran excelentes colecciones y ejes esenciales del Museo del Prado. El acierto de ambos es haber tenido, con relación al arte de su época, un espíritu moderno, un gusto contemporáneo.
Cada uno a su manera ejerció una política cultural que trajo a España los mejores artistas y obras europeas del momento, dinamizando la escena cultural española. Gracias a sus colecciones tenemos la posibilidad de ver reunidas algunas de las mejores obras de su tiempo y comprender mejor el espíritu de una época.
Ese es, seguramente, en el tiempo, el mejor legado de una buena colección: la capacidad de agrupar a través de la selección de artistas y obras parte de la creación más relevante de su momento y que su conjunto nos permita la comprensión de la época. Grandes artísticas como Salvador Dalí, Bravo Murillo, Joaquín Sorolla o Francisco de Goya, entre otros muchos, han dotado al arte español como uno de los más apreciados y admirados en el mundo entero.
Salvador Dalí, grandes obras desconocidas
Como buen visionario, Dalí trazó con su conducta y trabajo un modelo artístico de gran impacto. Si en su tiempo halló hostilidad o aislamiento entre sus compañeros de generación, hoy ha acabado imponiéndose una cierta idealización sobre la inofensividad de su genio y cómica excentricidad.
La primera colaboración entre Dalí y fotógrafo alemán Eric Schaal fue la exposición de la galería Levy, donde se expusieron telas tan notables como El enigma de Hitler, España, El enigma sin fin o Tristán el Loco. Las imágenes muestran al pintor colgando sus cuadros, hablando con los galeristas, durmiendo en una chaise-longue o manejándose entre elegantes invitados.
Sin embargo, su segundo trabajo resulta todavía más interesante, pues permite ver las tareas de montaje del pabellón efímero que debía erigirse en la zona dedicada al ocio en la Feria Mundial de Nueva York. El sueño de Venus, que así se llamaba está estructura surrealista, fue el resultado del talento fantasioso de Dalí, pero también del mecenazgo del citado Levy y de otros protectores del artista como Edward James.
La persistencia de la memoria, tal vez la mejor obra de Dalí
La persistencia de la memoria de Dalí es considerada en Estados Unidos como una de las grandes obras del arte de mediados del siglo XX. Y, gracias a exposiciones como “Surrealismo: deseo desatado” del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, los jóvenes han descubierto la importancia histórica de su obra.
Esta pieza es de hecho la más concurrida por los visitantes del MOMA de Nueva York. El cuadro de la persistencia de la memoria tiene muchos significados. Dalí contó que la ocurrencia de colocar los relojes en el paisaje de Portlligat le vino después de comer un poco de queso camembert más fuerte de lo normal.
Los grandes amantes de la obra de Dalí sabrán aprecian el tesoro de esta obra maestra, conociendo todos sus significados ocultos, y es que se trata de una obra que todavía hoy tiene mucho que mostrar al mundo.
La esencia del cubismo en Juan Gris y Pablo Picasso
Picasso creó el cubismo, y Juan Gris le infundió su personal claridad y exaltación. Sean o no una boutade, en estas frases Gertrude Stein sintetiza varias ideas de gran transcendencia. Su caracterización de Gris, entre la exaltación mística y la contención intelectual no puede ser más acertada.
El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía ha realizado en los últimos años un importante esfuerzo en el terreno de las adquisiciones, que le ha llevado a reunir un núcleo considerable de obras de Juan Gris: una veintena de piezas de diversas técnicas entre las que se encuentra, por ejemplo, el célebre lienzo-collage titulado La botella de anís, de 1914, junto a algunos de los bodegones que han hecho relacionar la obra de Gris con otro gran místico de la pintura española: Zurbarán.
Porque a diferencia de Picasso o Braque, que durante sus vidas desarrollaron diversas fórmulas artísticas, la trayectoria artística de Gris se dedica íntegramente al cubismo.