La gastronomía japonesa es una verdadera delicia. En Tokio se puede disfrutar de ella y a buen precio. Para empezar, la mayoría de grandes estaciones de tren y metro tienen una planta baja consagrada a la alimentación. Se trata de enormes mercados llenos de verduras, frutas, pescados y carnes frescas, excelentemente presentados.
Junto a los puestos de alimentos hay otros de comida casera tradicional japonesa que preparan al instante delante del cliente: desde unos fideos con verduras y pollo (yakisoba) hasta unas deliciosas empanadas niponas rellenas de carne o verduras cocinadas al vapor, al horno o fritas (gyozas). En la tienda japonesa online https://mundo-japones.com/ se pueden encontrar además objetos de decoración y una gran cantidad de accesorios de este país asiático.
No hay que perderse el mercado del pescado, el más grande del mundo, aunque para ello haya que madrugar bastante. Otra opción es degustar comida casera tradicional en los puestecillos callejeros repartidos por toda la ciudad. Y como colofón a un buen ágape, o como tentempié, no pueden faltar los mochis, un postre tradicional elaborado con pasta de arroz y relleno de crema helada de cientos de sabores.
Aunque los más habituales son de té verde, de haba roja y de fresa y nata, proliferan las tiendas que venden mochis de cientos de variedades, como banana y chocolate, caramelo o tarta de queso.
Allí estamos bien ubicados para lanzarnos al abismo de los distintos barrios con los que cuenta la ciudad. Las opciones pasan por adentrarse en las estaciones de metro de la ciudad, algo tan divertido como complicado.
La carrera empieza con las máquinas que validan los billetes de metro. Tienen más de cinco metros y escupen el billete al otro lado casi antes de que lo metas. Hay que correr. Detrás tenemos a medio Tokio funcionando perfectamente organizado a la espera de que le halles el sentido al funcionamiento de las máquinas, demostrando agilidad para facilitar el movimiento de las personas.
Todo está perfectamente sincronizado, y puedes quedar en cualquier punto del mapa urbano a una hora concreta, con la certeza de que el pronóstico se cumplirá –aunque el sistema no es infalible al 100%.
La línea de metro de Yamanote tiene un recorrido casi cuadrado que toca todo lo que podemos considerar como céntrico. Para los amantes de la electrónica, la zona es Akihabara, una especie de pequeño Manhattan, de cuyos altos edificios cuelgan pantallas de plasma gigantes emulando al mismísimo astro rey en su emisión de vatios lumínicos.
Allí, todo visitante interesado por lo último en tecnología, gadgets electrónicos y el mundo digital encontrará su particular paraíso, con novedades que sólo con el paso del tiempo tendremos en nuestras tiendas. Para los que buscan otro tipo de novedades, ya sea en moda, restauración, música o vida nocturna, las estaciones de Yamanote a tener en cuenta para deambular son Shibuya, Shinjuku e Ikebukuru.
Allí, además de marcas de ropa de todo el mundo, encontraremos las más locas expresiones en tiendas de mangas, comercios que venden divertidas tonterías, como chocolatinas de Willy Wonka, espacios destinados a los productos de relajación, flea-markets en los que se puede hallar casi de todo, sex shops con lo último en la tecnología aplicada a la búsqueda del placer propio y de la pareja…, y así hasta un sinfín de inputs que llaman a nuestros sentidos apelando a lo “último”, lo “novedoso”, aquello que no existe en ningún otro sitio.
Gastronomía nipona
Para los amantes de la gastronomía nipona, visitar Tokio es tener al alcance la mejor propuesta culinaria imaginable. Una jornada inmersos en el trajín del mercado del pescado puede llevarnos hasta sencillas barras de bar, donde todo lo que tiene que ver con las delicias del sabor a mar se torna al alcance de cualquier paladar.
Otra cara de la ciudad es la que ofrecen las máquinas de vending situadas en la entrada de algunos restaurantes. Allí marcaremos lo que queremos comer seleccionando el número, pagaremos y nos saldrá el tique.
Dentro, en cualquier mesa, nos espera la comanda recién hecha para ser convenientemente degustada. Entre tanto pensaremos si tanta tecnología ha anulado el contacto visual entre personas, las sonrisas insinuantes y las caras risueñas propias de nuestro añorado carácter.