A nuestros hijos les enseñamos a andar andando, con una combinación de intuición y naturalidad, esforzándonos en hacer simples las diferentes progresiones, dándoles soporte, estimulándoles y dándoles los instrumentos para que puedan avanzar solos. Sin duda, caminan porqué ellos quieren y pueden andar, y también porque nos ayudan y toleran nuestros errores.
El colegio es la etapa donde se empieza a estimular lo que puede llegar a ser una persona. Donde empieza a conocer y a conocerse a sí mismo; cuáles son sus limitaciones y qué es aquello en lo que destaca.
Tanto unas cualidades como otras se potencian, además de en casa o en el colegio, con la ayuda de clases extraescolares, como acudiendo a una academia en Madrid o Barcelona, por mencionar las dos ciudades españolas con mayor número de centros de enseñanza.
Muchos de nosotros hemos sido capaces de enseñar a caminar a nuestros hijos con la infinidad de variables que intervienen, y en cambio no podríamos sistematizar y esquematizar las funciones válidas para cualquier niño. “Sin embargo, la ayuda de una formación adicional puede ayudar a destacar aquello en nuestros más pequeños que de manera “natural” (en el colegio o en casa) no podría desarrollarse”, afirman desde la academia ensanche de Vallecas FormaEdúcate.
En la enseñanza, en la relación padres-hijos, se produce este esquema dual: natural y complejo. Existen infinidad de estudios académicos para hacer todo tipo de tareas y oficios, con mayor o menor duración, y en cambio la tarea de padres es de las más ingentes. No es necesaria ninguna formulación académica. Puede que esta sea su grandeza, pensar lo contraria nos llevaría a conclusiones intolerantes. Por eso, una formación extraordinaria siempre puede ayudar a complementar aquello donde los padres o profesores no llegamos.
Está demostrado que aquellos que acuden a una academia de apoyo escolar, bien para superar el déficit en alguna materia o simplemente para fortalecer algo en lo que ya se es extraordinario, ayuda en el desarrollo general del joven; mayores facilidades de comunicación, control de situaciones de estrés o una mayor capacidad para socializar e integración en la sociedad adulta.
Y es que lo cierto es que la relación profesores-padres conlleva un alto grado de incomprensiones dentro del conjunto de la comunidad escolar, con una falta de comunicación fluida y de relación con el conjunto del profesorado. A veces, además, se producen relaciones de utilización-supeditación de uno de los dos grupos hacia el otro.
Por eso, es importante siempre contar con un buen centro de estudios. A veces no es posible, pero la ayuda de un centro o academia de refuerzo escolar puede ayudar, al menos, a que el joven no dé pasos hacia atrás en su educación.
La enseñanza ha de encontrar el camino para no perder el tren de la competitividad delante de las nuevas tecnologías, pero tampoco debe perder de vista la vertiente humanística y artística como rasgos diferenciales de nuestra tradición cultural.