No hace falta presentar las vitaminas. Todo el mundo conoce su existencia. ‘Toma este alimento, que tiene muchas vitaminas” o “ve al médico para que te recete vitaminas” son frases que todos hemos oído decir más de una vez.
Y es que, el que el organismo disponga de todas y cada una de las vitaminas en las debidas cantidades y en el momento preciso resulta ser una condición necesaria para que pue dan desarrollarse con normalidad muchas de las reacciones químicas normales que se producen en él y que son imprescindibles para un correcto desarrollo.
Llevados de esta visión exclusivamente positiva de las propiedades de las vitaminas, es fácil inclinarse por un exceso en su consumo. En el caso opuesto están aquellas personas que están convencidas de que ellas no han tomado suplemento vitamínico y que no las necesitan.
Como ocurre muchas veces, ninguna de las opiniones extremas cuenta con la bendición de los expertos. Por un lado, es verdad la bondad de las vitaminas, pero su exceso, excepto en contadas ocasiones, es tanto o más perjudicial que su defecto. Por el otro, es cierto que hay pocos signos de avitaminosis declarada en nuestro medio, pero esto no se debe a que no sean necesarias las vitaminas, sino a que el aporte suele ser suficiente cuando existe una ingesta correcta.
En qué casos se recomienda suplementos vitamínicos
Los suplementos vitamínicos están, no obstante, indicados en circunstancias muy concretas.
Así, se necesita un suplemento de vitaminas durante el embarazo y la lactancia; los recién nacidos tienen un déficit de vitamina K que es corregido sistemáticamente en el momento de su nacimiento mediante un aporte suplementario; los enfermos que consumen una cantidad excesiva de alcohol suelen tener un defecto de tiamina que también debería ser corregido extrínsecamente; en fin, los niños que por vivir en zonas con poca insolación u otros motivos estén escasamente expuestos a la luz solar también necesitarán un suplemento de vitamina D para hacer frente a las necesidades de crecimiento de su esqueleto.
No son estas las únicas circunstancias que pueden llevar a un defecto vitamínico. Cuando existen costumbres inadecuadas en las dietas o un defecto cuantitativo de las mismas es muy posible que se produzcan déficits parciales de varios compuestos vitamínicos. Sin embargo, en estos casos resulta muy difícil valorar cuáles serían las necesidades exactas de cada vitamina, por lo que también parece una empresa imposible tratar de encontrar al azar un suplemento vitamínico artificial que siempre resulta adecuado.
Lo que sí que parece cierto es que son precisamente las personas que se encuentran más motivadas hacia la importancia de las vitaminas, las que tienen una ingesta natural más correcta de las mismas y que, por lo tanto, es difícil que necesiten un aporte extraordinario.
Por el contrario, precisamente las más dejadas en este aspecto también tienden a ser más reacias a recibir dosis extraordinarias. Cuando lo hacen, suelen no acertar en el grupo de vitaminas de las que realmente carecen.
Por tanto, cuando se decide tomar una dosis extra de vitaminas por voluntad propia es conveniente recapacitar primero sobre si realmente se precisa de ellas. En cualquier caso, conocer si las dosis que se van a tomar se acercan a las necesidades diarias o si son en realidad excesivas o claramente insuficientes es de vital importancia.
Por otro lado, y según un reciente estudio, la vitamina D no protege a las personas que padecen alzheimer, demencia, parkinson o esclerosis múltiple. Esta es la conclusión de una nueva investigación desarrollada por científicos australianos y que ha sido publicado en la revista científica Nutritional Neuroscience.